jueves, 1 de agosto de 2013

Moncayo: un viejo objetivo

Hay montañas que no se suben ni con las piernas ni con la cabeza, sino con el corazón. Hay momentos en la vida en los que nada funciona y simplemente necesitas un poco de aire, de soluciones, de terapia, y en los casos en los que amamos las montañas, esta se convierte en monterapia. Puede que todo sea una mierda, que por dentro estés roto en varios trocitos, que no veas la luz y que las cosas sólo vayan a peor, pero siempre tendremos una mañana más en las que madrugar y juntarnos con los buenos amigos y marchar en busca de las cimas. Esto es lo que nos pasó el pasado 30 de julio.

El objetivo, un viejo sueño, del que habíamos hablado mucho pero del que nunca habíamos concretado. El Moncayo y sus 2315 metros de altura. 

El Moncayo es una mítica cima del Sistema Central que se puede ver desde muy muy lejos, gracias a los 1500 metros que sobresale del suelo. Es el punto de encuentro de 3 comunidades, Aragón (provincia de Zaragoza), Castilla León (Soria) y La Rioja.

Una breve conversación con el recién estrenado grupo de Whatsapp del Mendi Taldea y quedamos a las 7:00 de la mañana para llegar pronto al Parque Natural del Moncayo y ascender sin pasar excesivo calor.



Tras un viaje amenizado por la Oreja de Van Gogh, salimos antes de las 10 desde el centro de interpretación de la naturaleza de Agramonte, a 1084 metros de altura. Delante nuestra, casi 1300 metros de desnivel, casi nada.



Se nota que es un parque natural porque la cantidad de especies distintas de árboles que se pueden ver por el camino, de hecho el camino que comenzamos a seguir era la ruta botánica, en la que nos iban explicando todas las especies que se encuentran en el parque. Pero en algún momento nos perdimos de la senda, ya que nunca llegamos a la fuente de la Teja que nos marcaban los carteles. Como se puede comprobar en el mapa tuvimos un rato de desvío, que podría haber sido mucho más sino llega a ser por un buen samaritano ciclista que nos indicó el camino más rápido para llegar a la cima, que no iba a ser por la ruta normal, que asciende desde el Santuario de la Virgen del Moncayo, a 1640 metros de altitud.

El macizo del Moncayo tiene 4 cotas, y nuestro camino fue por detrás de todas ellas, bordeando el barranco de Castilla, siguiendo mojones que en ocasiones no pasaban de 3 piedras apiladas, lo que en ciertos momentos nos generaba dudas. Menos mal que estábamos ahí para ayudar en la reconstrucción.

Las zonas de bosque estaban llenas de moscas, mosquitos y demás insectos de toda clase, y todos ellos, incluso las hormigas, querían probar nuestro sabor. Pero aún así Mikel marcó un ritmo rapidísimo que nos hizo superar esta parte en menos de hora y media. Al sol, el problema era otro, el calor insoportable evidente de un 30 de julio.



Un par de paradas técnicas para disfrutar de los ricos manjares que habíamos llevado para la ocasión y nos encontramos ya cara a cara con la cima, separándonos solo una cascajera de gran pendiente de 400 metros de desnivel llenos de piedras sueltas. Ahí ya cada uno puso su ritmo y hasta el final apretando bajo el sol. 3 horas y media después de dejar el coche en Agramonte, hacíamos cima.




Abrazos, fotos, nota en el buzón, debate sobre donde bajar y comida en la cima, escondidos del viento tras la cruz. Tortilla, melón, bacon, melocotones, chorizo de potro, incluso garrotitos de Beatriz!!! Todo un festín en el que nos faltaba el agua. No acabamos de aprender del todo.







Al final decidimos bajar por donde no habíamos subido, pasando por el Santuario (donde acaba el mapa de Wikiloc, pese a que bajamos hasta abajo) y las diversas fuentes de agua no tratada que surcan el camino. De camino hacia abajo, decidimos que ya que estamos tan cerca, vamos a pasar a ver el Ecce Homo de Borja, icono artístico y cultural de nuestro tiempo. Ahí, un par de cervecitas y vuelta para casa después de un día muy muy completo. Monterapia pura. Muchas gracias compañeros!!

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